De vinos por Francia 2018.- Arrancamos las motos

 

Por fin amanece nuestro primer día de viaje en moto de verdad. Hemos descansado estupendamente y estamos con las pilas cargadas para empezar nuestro viaje. Recogemos lo poco que nos ha dado tiempo de poner por medio, cargamos las motos y salimos del apartamento confirmando que la furgo está bien aparcada y no molestará en los próximos días. Tomamos un desayuno en terracita en el pueblo y por fin cogemos carretera.

La mañana está agradable y los primeros kilómetros suceden con fluidez, acoplando el grupo y los ritmos de cada uno durante el tramo recto que nos lleva hasta Jaca, notando el cosquilleo de las primeras curvas del viaje cuando la carretera empieza a retorcerse poco a poco con el telón de fondo de los Pirineos. La primera parada no tarda mucho en llegar cuando decidimos cruzar a Francia por el paso de Canfranc evitando con ello el túnel y tomando nuestro primer contacto con los Pirineos.

En Canfranc es inevitable pararse a hacerse la foto en la famosa estación que está fuera de uso y protegida por vallas que impiden el paso, por lo que la foto es de lejos y en la única perspectiva que nos deja el vallado. Me resulta increíble que un edificio tan grande y emblemático como este con las grandísimas posibilidades que ofrece de cara a una explotación turística, incluso para dotación a los residentes de la zona, se encuentre cerrado y en desuso. Espero que haya algo previsto para su uso en un futuro próximo y que no sea un ejemplo más de patrimonio sin aprovechar por conflictos entre administraciones u otro tipo de intereses.


Seguimos nuestra ruta adentrándonos en territorio galo disfrutando de las carreteras y los paisajes que las acompañan parándonos de vez en cuando para hacer fotos y disfrutar del entorno, hasta que poco a poco vamos dejando atrás los Pirineos entrando en el país de Bean donde se mezclan los montes y los valles ofreciendo un paisaje espectacular y muy agradable de recorrer en moto con buenas carreteras de curvas amplias y buen firme que te hacen disfrutar del viaje.




Llegamos así a nuestra segunda parada, la ciudad amurallada de Navarrenx. Es famosa por haber sido la primera ciudad francesa en ser amurallada y por ser históricamente objeto de deseo y lucha por parte de los reyes de ambos lados, franceses y españoles (de hecho, su nombre deriva de su ubicación; “el límite de Navarra”). Es uno de los pueblos más bellos de Francia según la catalogación oficial del país vecino y la verdad es que tiene un recorrido muy agradable por sus calles y las extraordinariamente bien conservadas murallas. Aparcamos las motos y paseamos tranquilamente por el pueblo, nos tomamos un refrigerio y seguimos nuestro camino. Aquí hemos tenido ocasión de poner a prueba los conocimientos y soltura de Javi en francés y podemos decir que ha aprobado ya que el camarero nos ha puesto todo lo que le hemos pedido. A ver cómo sigue el viaje y si le damos una nota mayor.









Sin pararnos demasiado seguimos nuestra ruta hasta la antigua capital del Bearn, la ciudad de Orthez donde hemos pensado comer. Aquí empezamos a vislumbrar lo que se va a convertir en un problema durante todo el viaje, como es la diferencia de costumbre, que no horaria, que existe entre nosotros y los franceses a la hora de comer. Para nosotros una hora normal de comer a medio día son las tres, siendo muy raro el día que comes antes de las dos y media, y para esta gente, a esa hora les parece ofensivo querer llenar el estómago.

Con estos mimbres, y también con la idea de poder tomar un picnic más relajado, decidimos entrar en un supermercado donde compramos comida y bebida para sentarnos en unas rocas a orillas del Gave de Pau y disfrutar tranquilos del entorno. Tenemos la duda si nos hemos metido en un supermercado gourmet o si aquí la cesta de la compra es infinitamente más cara que en España, pero hemos pagado una pasta por embutidos, queso y pan con unas coca colas.

La verdad es que echamos un rato estupendo comiendo y comentando la jornada que llevamos y hasta nos da tiempo de descansar un ratito en las piedras que forman la orilla. Una vez repuestos, visitamos el pueblo, atravesamos el famoso Pont Vieux junto al que hemos comido y subimos al castillo del pueblo del que solamente se conserva el torreón que da idea de lo magnífica que debió de ser esta construcción. Sentados en el parque que rodea el castillo decidimos que vamos a ir directos a nuestro destino de hoy, Burdeos, ya que se nos está haciendo algo tarde y como nos vamos a alojar en un AirBnB, tenemos que quedar con el propietario. Con esa idea reconfiguramos un poco la ruta y optamos por la opción más rápida que podemos escoger sin meternos en autovías ni autopistas.









Con esa idea partimos y tras un par de paradas en ruta para descansar o echar gasolina donde a Fran le cobraron en prepago como si llevara un camión en vez de la moto, llegamos a Burdeos. En un primer momento el navegador del móvil se despista un poco y nos pasea por el mismo barrio y las mismas calles varias veces, pero al final llegamos a nuestro destino. Contactamos con el propietario de la casa, un chaval que conforme nosotros llegamos, sale con su maleta y nos da las llaves de su casa. Se va a casa de un amigo a pasar la noche y es que se ve que tendrá que completar el sueldo con estas cosas.

En la misma puerta del apartamento, y una vez que hemos dejado las motos en el garaje, nos sentamos en una mesa y sillas de tamaño mínimo que tiene una especie de bar étnico que lleva un Senegalés enorme pero en el que nos pone unas Heineken fresquitas y que no pregunta cuando pedimos más rondas para brindar por nuestra jornada de hoy. Ya relajados y una vez que todos hemos llamado a casa para dar el parte del día y tranquilizar a la familia, decidimos dar un paseo al centro de Burdeos donde Fran nos quiere llevar a cenar a un restaurante que conoció una vez que por trabajo tuvo que pasar por aquí.



Paseamos por una bonita y señorial ciudad que empieza a encender sus luces ya que está cayendo la tarde. Tiene mucha vida en la calle esta ciudad y me parece un sitio muy agradable para visitar e incluso vivir, con el tamaño perfecto entre pueblo y gran ciudad con todos sus servicios y un patrimonio que visitar. Me recuerda en parte a nuestra Córdoba natal por esa filosofía y tipología de ciudad, aunque físicamente no se parezca en nada.

Al final no conseguimos encontrar el restaurante que Fran nos quería proponer y decidimos cenar en cualquier otro sitio, pero volvemos a darnos de bruces con los horarios franceses y nos resulta literalmente imposible cenar en ningún sitio. Tras mucho buscar y preguntar comprobamos que es misión imposible y nos entra un pánico terrible porque tenemos bastante hambre. Por suerte alguien recuerda que muy cerca del apartamento hemos visto un KFC y en la confianza de que al ser cadena de comida para llevar tenga un horario más amplio nos dirigimos hacia allá. Casi. Cuando llegamos estaban cerrando y por poco no nos atienden, pero se apiadan de nosotros. En contraprestación y con la idea de hacerles gasto, compramos el combo de pollo frito, complementos y refrescos más grande que tienen en la carta y nos lo llevamos en cuatro bolsas al apartamento. Que nadie se llame a engaño, son las 9.30.




Decepcionados por esta situación y por no poder dar un paseo relajado después de cenar o incluso tomar una copa en algún local, nos vamos al apartamento donde nos pegamos un homenaje de pollo frito y cola que nos deja bastante atontados. Rematamos la noche charlando y riendo y tras el sorteo de camas en el que me toca la única cama de matrimonio de la casa (los otros dos dormirán en sofás), nos acostamos y pronto nos dormimos. Ha sido un día divertido e intenso.










Comentarios

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  2. Que buenas carreteras y paisajes por esos lares.
    Cuando termines debes poner los gastos totales. Jejeje.

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  3. Uf. a ver si me acuerdo, que este viaje fue en 2018...
    Lo que sí tengo claro es que siempre se cumplen mis previsiones. Si voy solo, 100 € diarios, si acompañado 150 €. Pueden ser muchos más o menos, dependiendo del ritmo que lleves, pero por ahí van las cosas para ir bien, comiendo en la calle y durmiendo en hotel.
    Si vas de acampada libre y comiendo de lata seguro que le pegas un recorte bueno...

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